El Director General de Agricultura y Ganadería de la Junta de Extremadura, Jesús Barrios Fernández, inaugura El Corral de los Lobos.
La relación histórica entre el lobo es una de las inagotables fuentes de la que beben literatura, música o cine, pero es en las zonas en las que el lobo recorrió sus parajes, en las que cazó, crió o mató en las que la huella de su paso quedó indeleble durante generaciones. La huella del lobo se diferencia de la del perro por que marca las uñas y por que su rastro es recto, como el camino de la historia y el patrimonio.
Esta trampa lobera dejó de usarse a finales del siglo XIX y sus restos fueron perdiéndose. Su rescate ha sido posible gracias a la memoria y testimonio de las
personas mayores de La Garganta que alguna vez oyeron hablar a sus padres y abuelos del corral de los lobos. Debido a esta singular importancia cultural y patrimonial, el Ayuntamiento de La Garganta ha recuperado el Corral de Los Lobos, contando con la ayuda del Proyecto Piloto de Desarrollo Rural “Trenzando Diversidad”, y fue inaugurado el sábado día 21 por el Director General de Agricultura y Ganadería de la Junta de Extremadura, acompañado por el alcalde de la Garganta y los responsables de ASAM, asociación salmantina de agricultura de montaña, Ángel de Prado.
EL CORRAL DE LOS LOBOS
El Corral de los Lobos consiste en una construcción cerrada de planta irregular, más o menos circular, de un diámetro aproximado de 12 metros y perímetro de unos 50 metros, ocupando una superficie de unos 200m2. Las paredes tiene una altura de entre 2 y 3 m. y están coronadas por unas pesadas losas que sobresalen por el interior para impedir que el lobo salte la pared desde dentro, y huya. Su construcción era un ejemplo de trabajo comunitario de los vecinos del pueblo.
El corral es una trampa pasiva, por ello había que engañar al lobo y conseguir que entrara. Con este fin se colocaba en el centro carne como cebo que atrajera al lobo dentro del corral, del que luego ya no podía salir.
Según recuerdan los mayores de La Garganta, además había una original trampa, cuyo mecanismo no se conoce con exactitud, pero que debía consistir en una tabla de madera situada en la parte alta del muro y sujeta con un resorte que la hacía moverse como un balancín, de modo que cuando el lobo la pisaba giraba y éste caía al interior del corral; entonces la trampilla de madera volvía a su posición inicial, impidiendo la salida del lobo. Normalmente el cebo se quedaba intacto, por que el lobo se percataba de la imposibilidad de salir y del stress lo abandonaba, tumbándose contra la pared, esperando su fatal destino.