ACCIONES
- La primera intervención, muy cerca del campamento base, en el Matadero de Palomares, donde, a causa del simulado terremoto, hay un total de veinte víctimas, todas ellas atrapadas en el interior.
- Mientras tanto, los mandos de la operación se coordinan con efectivos de Guardia Civil, Policía Local , Protección Civil y 112, con el fin de agilizar las atenciones médicos y desviar el tráfico por los lugares pertinentes.
- Al tiempo, un retén de bomberos acudía con rapidez hasta la antigua fábrica Hispano-textil, junto al río Cuerpo de Hombre, donde se han quedado atrapados varios empleados.
También varios vecinos se han puesto en contacto con el servicio de emergencias para comunicarle que se ha venido abajo parte de la torre de la Iglesia de San Juan de Béjar.
Un pedrusco de 500 kilos ha caído sobre un turismo en el que hay atrapados tres personas.
Durante la jornada de hoy, en un edificio con el tejado desvencijado de la calle Alojería, los perros de los bomberos han tenido que trabajar para rescatar a una persona que se ha quedado atrapada en el interior.
De los tres perros que han intervenido en el rescate de la persona sepultada, el más rápido ha sido un "pit-bull", que ha dado con la víctima en un minuto.
Sin mediar tregua, desde el Campamento Base han trasladado a una dotación de bomberos y a varias ambulancias hasta la calle Víctor Gorzo, donde arde un coche con posiblemente gente en su interior.
Uno de los momentos más impactantes del simulacro se ha producido cuando han chocado un coche y un autobús, cuyos viajeros han tenido que ser rescatados por los bomberos, Guardia Civil y Policía Local.
En total, en Béjar fueron desalojadas algo más de 2.000 personas.
Según Manuel Gallego, jefe del parque de Béjar, "se han desalojado varios edificios de viviendas, todos los colegios de Béjar, varias industrias, algunos supermercados y todos los edificios municipales".
El trabajo de este simulacro aún no ha concluido, ya que seguirán desarrollando rescates durante toda la noche y la próxima madrugada, hasta que den las diez de la mañana, momento en el que se pondrá fin al entrenamiento, después de treinta horas desenfrenadas.
El objetivo, según César Sánchez, "estar preparados ante catástrofes como el pasado terremoto de Lorca, donde las cosas se hicieron bien, pero son mejorables".