VIDEO Los socialistas de Béjar honran la libertad en la celebración del 110 aniversario de su fundación

Han pasado 110 años desde que los primeros socialistas se unieran en la agrupación socialista bejarana, ASB, para aunar esfuerzos en defensa de la clase trabajadora y en aras de fines de libertad, fue uno de los conceptos recordados durante  los actos de homenaje a los fundadores y la doble ofrenda floral.Por una parte los socialistas honraron a las víctimas de la Guerra Civil, con una ofrenda en el monolito ubicado hace 3 años junto al cementerio. A continuación militantes y simpatizantes realizaron la tradicional ofrenda floral ante la tumba de Emilio Gonzalez Gosalvez, primer presidente fundador de la ASB.
Jesús Caldera, en el exterior del cementerio, se mostró crítico con el sistema de justicia desde que el PP ostenta el poder, se refirió a al Condena al Juez Garzón, referente mundial, condenado por defender valores justos, del que dijo ser ejemplo para otros sistemas de justicia  de otros países tras el trabajo realizado.
Ya frente a la tumba del fundador, el escritor Luis Felipe Comendador fue el encargado de  realizar el discurso de la ofrenda. Dijo reservarse el más largo. A continuación reproducimos ambos.

En  memoria de quienes se unieron en los comienzos del siglo XX con el más
honroso de los proyectos , el de agrupar a hombres y mujeres con una idea
común de sociedad, en la que la justicia y el reparto de bienes fueran
reales, se me ocurre recordar de forma muy breve, y como provocador de un
examen de conciencia de todos y cada uno, algunas de las palabras que los
fundadores de la Agrupación Socialista Bejarana dejaron en su interesante
acta fundacional… veamos:

• En nuestro partido caben quienes aman la verdad.
• En nuestro partido caben quienes persiguen grandes ideales.
• En nuestro partido caben quienes estén dispuestos a sacrificarse por el
bien general.
• En nuestro partido no caben quienes lleven egoísmos personales.
• En nuestro partido no caben quienes tengan propósito de lucir.
• En nuestro partido no caben los populacheros y adoradores de píldoras.
• En nuestro partido caben obreros e intelectuales que deseen ser útiles a
la sociedad.
• En nuestro partido caben quienes sienten irritación por las
desigualdades sociales.
• En nuestro partido no caben los que quieren ser y no ser.
• En nuestro partido caben hombres y mujeres, pero no comparsas.

¿Hemos cumplido con esos mimbres, compañeros? Hagamos examen de conciencia
en su memoria y gritemos unidos un viva a la Agrupación Socialista
bejarana.

•••

¿Y si de pronto decidimos ser lo que no somos y dejamos de movernos en el
plano de lo que poseemos, para hacerlo en el de lo que podríamos ser?
Somos infelices por frustración, infelices por lo circunstancial,
infelices por el temor a perder lo que ya está perdido, infelices por no
querer plantearnos nuevos propósitos de vida que hagan de ella un hermoso
reto y no un aburrimiento... amigos, somos infelices por puro
aburrimiento.
Anoche le daba vueltas en mi cama a la esperanza que hace unos días me
manifestaba un amigo cercano, intentando adherirme a ella como a un clavo
ardiendo, y por unos instantes fui capaz de enfocar el valor de la idea de
‘ser’ con desprecio de lo circunstancial, esa carpeta amalgamada repletita
de acuerdos más o menos unánimes de los hombres contra los hombres...
(impuestos –de todos los sentidos, no solo económicos–, obligaciones,
culpas, dirigismos, horarios, caminos de dirección única –el orden de las
autovías siempre me ha llevado a pensar en su subvalor de cárcel para los
ciudadanos, en su eterno ‘por aquí’–, pagos, deudas...).
Pero los hombres no podemos quedarnos en ser solo el cúmulo de lo
circunstancial y su adormecimiento, no podemos quedarnos en la conformidad
de lo que hay por orden de otros más listos, en sus asertos morales, en
sus decididas pautas de uso social, político y económico... porque es solo
un acuerdo entre hombres, es solo un marcado percentil garrapiñado de
intereses particulares que van directamente dirigidos al adormecimiento de
todos y de cada uno.
Las normas son útiles cuando benefician a la mayoría, pero empiezan a
resultar perniciosas cuando solo benefician a contados sectores del
aparataje humano.
Visto el mundo del hombre así, y me atrevo a afirmar taxativamente que no
me equivoco mucho en mi visión, el individuo tiene como obligación
genética ‘vivir’ y como obligación intelectual ‘vivir mejor’. Y desde este
planteamiento podríamos acordar sin demasiada discusión que ‘vivir’
consiste nítidamente en tener cubiertas varias necesidades capaces de
conseguir que el cuerpo vaya acompañando a cada amanecida y que lo haga
colmado de la vitalidad que propicia comer, respirar, no pasar frío o
poder ir regularmente al baño... y también podríamos acordar –quizás con
menos consenso– que ‘vivir mejor’ consistiría en poder disfrutar de
ciertos beneficios venidos de la capacidad humana individual y colectiva
–es aquí donde entran en juego el modelo de sociedad, sus usos, sus
beneficios y sus abusos–. Pues bien, en este punto es en el que me he
pasado nadando toda la noche sin dormir, sacando como conclusión reflexiva
que entre el hombre sometido a la situación marcada y normalizada por el
mentado hatillo de acuerdos unánimes y el hombre amortizado por el miedo y
la frustración con imperante necesidad de salir de la espiral
social/moral/económica... entre esos dos tipos de hombres –que casi
siempre son el mismo individuo en una situación de dualidad–, debemos
poner un modelo de hombre al que realmente teme el sistema: un hombre
capaz de decidir su destino, saltándose los imperativos falsos de lo
acordado para salirse de la ‘autovía’ en el punto que le apetezca (no se
debe ir en dirección contraria por una dirección obligatoria sin poner en
peligro tu vida y la de otros, pero sí se puede uno detener en la cuneta,
salirse del coche, saltar al campo aledaño al camino marcado y tomar
cualquier otra dirección... claro, el coche queda en la cuneta, sin
servicio, sin más capacidad que la de avanzar en la dirección única... y
ese coche representa las posesiones, el estatu y la forma de estar en la
norma... si haces lo que marca la norma, vas rápido y cómodo, y siempre
llegas hasta donde la norma, y quien la hace y mantiene, quiere que
llegues... pero si decides prescindir de tu coche y tomar camino hacia
donde te marque tu instinto, podrás ir por donde quieras y hasta donde te
dé la gana, aunque la norma siempre te recuerda, intentando acobardarte,
que lo harás caminando, cansándote y teniendo que solucionar problemas que
ella te da por solucionados si la cumples.
Queda pues muy claro, por lo menos para mí, que la norma es sibilina con
lo que te da para poder exprimirte mejor y para tenerte sojuzgado y
adormecido... pero que, por suerte, existe la posibilidad real de tomar
tus decisiones propias y salirte de la parte del sistema del hombre que no
te interese, para tomar el mando de tu destino.
Me decía un amigo enfermo, no hace mucho, que el verdadero valor se suele
encontrar en la enfermedad, porque te hace valorar como se merece el hecho
importantísimo de poder ir a orinar cuando el cuerpo te lo pide... que
poder hacerlo está muy por encima de poder pagar el último plazo de un
crédito o de tener dos televisores en el salón de tu casa.
Así las cosas, y sin dormir, ya digo, llegué a la conclusión al amanecer
de lo que ya sabía... de que la norma no será capaz jamás de borrarme la
sonrisa, porque aunque sienta cada una de sus amenazas como puñaladas
diarias ensañándose en mi cuerpo y en mi espíritu, siempre tendré en mis
manos la posibilidad de sopesar mi situación y de poder tomar mis propias
decisiones, siempre podré salirme de la limitada autovía para darme un
‘bureo’ por el campo aledaño hasta que decida volver a la dirección
marcada o, simplemente, no volver... y así me afianzo en la idea constante
de ‘los caminos paralelos’, en mantener un proyecto distinto de vida
paralelo al que me obliga la norma, una vía de escape en la que sentirme
‘humano’ y no solo ese ‘hombre máquina’ con objetivos prediseñados y
acuciado constantemente por el miedo a todos los castigos (morales,
administrativos, económicos y sociales).
Hoy sé a ciencia cierta que soy parte de la norma y lo sufro de la forma
más tremenda, pero también sé que soy el dueño de mi destino... mal que le
pese a muchos…
Me gustaría que todos vosotros también lo supierais, pues esto también es
parte del espíritu de los fundadores de la Agrupación Socialista Bejarana.

Un abrazo común y un decidido sigamos.