La localidad serrana de de Mogarraz celebró la tradicional fiesta de invierno en el día de San Blas. Desde hace varias ediciones no son pocos los tamborileros, gaiteros, dulzaineros, danzarines etc. de diferentes provincias que participan en este día tan entrañable para Mogarraz y para la Sierra de Francia.
Hace dos años el ayuntamiento instituyó la medalla de San Blas, que cada año se le impone a persona que de alguna manera haya contribuido a la festividad de San Blas a promocionar el folclore, las tradiciones y la cultura de la zona. Antes era una fiesta muy celebrada, casi de forma exclusiva por hombres, en bodegas con amigos y parientes.
DISCURSO ALCALDESA
CONCHA HERNÁNDEZ. Mari y Tito, Tito y Mari que tanto monta; monta tanto…. Por San Blas no solo la cigüeña, otros vecinos, otros serranos otros mogarreños nos unen y convocan en esta casa, la de todos, para reconocer, agradecer y premiar cuanto han hecho y están haciendo a lo largo de su vida por Mogarraz. Por lo que somos, por nuestra historia, por nuestro folclore, por nuestro arte.
No sé cuándo unieron su arte fraterno Tito Y Mari. Sé que Tito a los 11 años ya era conocido por sus dotes musicales que guiado por Doña Pilar Magadan puso en 1976 expresamente bajo los cuidados de Titón, El Guinda, Mariquelo entre otros para que aprendiese el folclore popular serrano con el toque tan especial de Mogarraz típico de Titón. Mari, no andaría muy lejos.
Doña Pilar Magadan llevaba años haciendo trabajo de campo en Mogarraz y no le pasaron inadvertidas las dotes musicales y artísticas de Tito y Mari a pesar de su temprana edad. Su fama rápidamente se extendió más allá de los confines de la Sierra. Mucha documentación y memoria gráfica hay de las extraordinarias dotes artísticas de Mari y Tito que arrancaban aplausos espontáneos de los espectadores más exigentes y entendidos. Pero Tito y Mari son muy suyos, y si bien su fama y renombre brilló como un rayo, ambos se han encargado de dosificar su arte y con muy escasa frecuencia podemos disfrutar de ellos. Quizás el amor, la admiración y el cariño que les procesamos sea demasiado exigente, lo cierto es que nos gustaría verles actuar más y deleitarnos con su arte.
Quizás el carácter serrano y muy especialmente la variedad mogarreña, agreste y aislado entre sí por valles y montañas de singular hermosura, produzca estos caracteres tan peculiares, tan indómitos, tan anárquicos, quiero decir, tan individualistas. Quiero decir no solo nos distinguimos unos serranos de otros por nuestros peculiares acentos, por nuestras modalidades dialectales, fácilmente distinguibles entre nosotros. También nuestro comportamiento, nuestra forma de ser es peculiar y distinta la de los unos a la de los otros. Según se dice, los mogarreños somos fanfarriosos, es decir amamos la fanfarria, la alegría bulliciosa de la muchedumbre, y probablemente no les falte razón.
Nos gusta la música, el baile, en definitiva el arte, y nos gusta a voz en grito que nos oigan, que nos vean y así es su baile, el de Tito y el de Mari, un torbellino de cintura para bajo y una explosión dinámica de alegría y de luz, el resto lo dicen sus ojos, lo dice su cara, lo dicen sus manos que cuando bailan se mueven con un compás y una luz sonora que hipnotiza al espectador. ¿Quién de nosotros no ha oído hablar con admiración de esta pareja mogarreña, de Mari y Tito?
Yo creo en la herencia genética, en las características heredadas de nuestros progenitores. Y también sé lo rápido que pasa la vida. La vida es breve pero el arte perdura. Por esto albergo la esperanza de que los genes bailarines y folclóricos de esta familia serrana, sean tan rebeldes tan artísticos y tan mogarreños como lo han sido hasta ahora los de Tito y Mari y que por estas mismas leyes de la herencia, inexorables, no tardando mucho se extienda la fama el arte y el buen nombre de Lucia y Ana para que así perdure el arte de una noble estirpe mogarreña.
Tengo la suerte de representar a mi pueblo y de estar unida a estas dos personas por lazos de profundos y muy distintos afectos. Quiero decir que podría expresar mi cariño y el cariño de todos nosotros de muy diversas maneras pero os voy a pedir que hagáis un esfuerzo por comprenderme y que estos distintivos que por San Blas le vamos a imponer en señal de agradecimiento por todo lo que nos han dado y por todo lo que les debemos esté comprendido o condensado en estas dos medallas que yo tengo el orgullo y el honor de imponerles en nombre del noble pueblo de Mogarraz.
Hace dos años el ayuntamiento instituyó la medalla de San Blas, que cada año se le impone a persona que de alguna manera haya contribuido a la festividad de San Blas a promocionar el folclore, las tradiciones y la cultura de la zona. Antes era una fiesta muy celebrada, casi de forma exclusiva por hombres, en bodegas con amigos y parientes.
DISCURSO ALCALDESA
CONCHA HERNÁNDEZ. Mari y Tito, Tito y Mari que tanto monta; monta tanto…. Por San Blas no solo la cigüeña, otros vecinos, otros serranos otros mogarreños nos unen y convocan en esta casa, la de todos, para reconocer, agradecer y premiar cuanto han hecho y están haciendo a lo largo de su vida por Mogarraz. Por lo que somos, por nuestra historia, por nuestro folclore, por nuestro arte.
No sé cuándo unieron su arte fraterno Tito Y Mari. Sé que Tito a los 11 años ya era conocido por sus dotes musicales que guiado por Doña Pilar Magadan puso en 1976 expresamente bajo los cuidados de Titón, El Guinda, Mariquelo entre otros para que aprendiese el folclore popular serrano con el toque tan especial de Mogarraz típico de Titón. Mari, no andaría muy lejos.
Doña Pilar Magadan llevaba años haciendo trabajo de campo en Mogarraz y no le pasaron inadvertidas las dotes musicales y artísticas de Tito y Mari a pesar de su temprana edad. Su fama rápidamente se extendió más allá de los confines de la Sierra. Mucha documentación y memoria gráfica hay de las extraordinarias dotes artísticas de Mari y Tito que arrancaban aplausos espontáneos de los espectadores más exigentes y entendidos. Pero Tito y Mari son muy suyos, y si bien su fama y renombre brilló como un rayo, ambos se han encargado de dosificar su arte y con muy escasa frecuencia podemos disfrutar de ellos. Quizás el amor, la admiración y el cariño que les procesamos sea demasiado exigente, lo cierto es que nos gustaría verles actuar más y deleitarnos con su arte.
Quizás el carácter serrano y muy especialmente la variedad mogarreña, agreste y aislado entre sí por valles y montañas de singular hermosura, produzca estos caracteres tan peculiares, tan indómitos, tan anárquicos, quiero decir, tan individualistas. Quiero decir no solo nos distinguimos unos serranos de otros por nuestros peculiares acentos, por nuestras modalidades dialectales, fácilmente distinguibles entre nosotros. También nuestro comportamiento, nuestra forma de ser es peculiar y distinta la de los unos a la de los otros. Según se dice, los mogarreños somos fanfarriosos, es decir amamos la fanfarria, la alegría bulliciosa de la muchedumbre, y probablemente no les falte razón.
Nos gusta la música, el baile, en definitiva el arte, y nos gusta a voz en grito que nos oigan, que nos vean y así es su baile, el de Tito y el de Mari, un torbellino de cintura para bajo y una explosión dinámica de alegría y de luz, el resto lo dicen sus ojos, lo dice su cara, lo dicen sus manos que cuando bailan se mueven con un compás y una luz sonora que hipnotiza al espectador. ¿Quién de nosotros no ha oído hablar con admiración de esta pareja mogarreña, de Mari y Tito?
Yo creo en la herencia genética, en las características heredadas de nuestros progenitores. Y también sé lo rápido que pasa la vida. La vida es breve pero el arte perdura. Por esto albergo la esperanza de que los genes bailarines y folclóricos de esta familia serrana, sean tan rebeldes tan artísticos y tan mogarreños como lo han sido hasta ahora los de Tito y Mari y que por estas mismas leyes de la herencia, inexorables, no tardando mucho se extienda la fama el arte y el buen nombre de Lucia y Ana para que así perdure el arte de una noble estirpe mogarreña.
Tengo la suerte de representar a mi pueblo y de estar unida a estas dos personas por lazos de profundos y muy distintos afectos. Quiero decir que podría expresar mi cariño y el cariño de todos nosotros de muy diversas maneras pero os voy a pedir que hagáis un esfuerzo por comprenderme y que estos distintivos que por San Blas le vamos a imponer en señal de agradecimiento por todo lo que nos han dado y por todo lo que les debemos esté comprendido o condensado en estas dos medallas que yo tengo el orgullo y el honor de imponerles en nombre del noble pueblo de Mogarraz.